¿Qué alternativas existen?

Cuando estés frente al criminal, lo primero que debes hacer es aceptar inmediatamente que estás involucrado en un hecho violento, y que por lo tanto, tendrás que pensar y realizar acciones para protegerte. Esto parece una tontería, pero son muchas las personas que se quedan en la negación de que eso no les puede estar ocurriendo, repitiéndose cosas como: – ¿Por qué a mí? – , – ¿Por qué hoy? – , – Esto no me está pasando -. Pero de lo que no se dan cuenta, es que si no aceptan inmediatamente que están involucradas en un hecho violento, por una cuestión lógica, serán incapaces de ponerse a pensar en qué hacer para sobrevivir. Por lo tanto, vuelvo a repetir que la primera acción a realizar es aceptar la situación, concientemente, y repetirte a vos mismo: – Estoy involucrado en un hecho violento. ¿Qué hago ahora? -.

Luego, es muy importante darte cuenta que cuando estás cara a cara con el criminal, no tienes solamente dos opciones (correr o pelear) entre las cuales elegir. Entender este punto es lo que me motivo a dedicar gran parte del tiempo que invierto en investigar la seguridad personal, y de mis entrenamientos, a aprender a potenciar mi capacidad de resolver la situación en la etapa de interacción. Espero que en tu caso al menos encienda una chispa de intriga y motivación, para involucrarte más con esta cuestión.

En verdad, existen al menos siete alternativas de comportamiento posibles, y la más adecuada para la situación dependerá de la evaluación que realices en el momento, de acuerdo a las características específicas del hecho. No hay dos situaciones iguales.

Estas siete alternativas son:

1) Escapar.
2) Cumplir con sus demandas.
3) Calmarlo (disuadirlo).
4) Confrontarlo verbalmente (hacerle ver tus derechos, y demostrarle que se está sobrepasando. Por ejemplo: durante un posible abuso sexual decirle al abusador: – Si no paras ahora, estarás cometiendo una violación).
5) Resolver el problema que ocasiona el conflicto.
6) Disminuir pérdidas materiales (negociar).
7) Atacarlo físicamente (y escapar o neutralizarlo posteriormente).

Obviamente, siempre que escapar sea una alternativa viable (sabemos que no siempre lo es), y que no complique aún más tu seguridad en el intento, debería ser la opción a elegir, particularmente porque no existen garantías que luego seas capaz de resolver la situación sin llegar a la violencia física.

Nunca debes olvidar que si el delincuente o atacante aún te está hablando, entonces todavía tienes posibilidades de resolver la situación sin llegar a la confrontación física.

Pero tanto para poder calmarlo, confrontarlo verbalmente, resolver el problema, o disminuir pérdidas, es necesario que seas capaz de hablar racionalmente bajo estrés (bajo la influencia de la Adrenalina), y si esa es una habilidad que no manejas, la única manera de adquirirla es hablando mientras entrenas bajo estrés.

Las respuestas apresuradas cómo: – Te doy todo -, no sirven para ninguno de los propósitos anteriormente mencionados. Nunca es bueno demostrar excesiva debilidad y temor porque, por un lado, puede ser aprovechado por el delincuente para doblar su apuesta, y por otro lado, seguramente hará que te ganes maltratos adicionales.

Para concluir con el apartado, te dejo un consejo para aquellos momentos durante una interacción, en donde no puedas controlar tus propias emociones: en estos casos, lo conveniente será mirar hacia el suelo, para que de esta manera evites enviar miradas de odio, ocultes tu temor, y le demuestres tu interés en no identificarlo. Asimismo, bajar la mirada es un gesto de sumisión, que sin ser lo mejor, suele preferirse a una actitud desafiante.

Extraído del libro “Sobreviviendo a la violencia”, por el Lic. Marcos Castro

Nuestros gestos frente al agresor

Movimientos bruscos, devolución de empujones, gestos y ademanes desafiantes, resistencia a soltar nuestras pertenencias y una apariencia riesgosa para el agresor son algunas de las acciones que pueden costarme, como mínimo una golpiza, y habitualmente, la vida.

Ya hemos hablado en otras notas sobre evitar la C.E.N.A.: comodidad, ego , negación y la propensión a arriesgarse, con lo cual solo la nombraré sin entrar en la explicación sobre este concepto clave del SPAD ®, así que invito a quienes deseen profundizar en eso, que tomen algún seminario o curso regular, como así también adquirieran material del SPAD ®, ya sean publicaciones o videos, como así también se subscriban en nuestra Página Web para recibir los newsletters con las actualizaciones y seminarios permanentes.

Les contaré una anécdota que nos permitirá comprender la importancia del lenguaje de los gestos. En ocasión de un viaje de placer al extranjero con mis 2 hijas de 18 y 14 años, estábamos de madrugada en unos de los salones del Hotel tomando algo, cuando nos encontramos en medio de una batalla campal entre un grupo de jóvenes Rusos, contra otro grupo igual pero menos numeroso de jóvenes Alemanes.

Luego de lastimarse salvajemente y dejar los salones totalmente salpicados en sangre por los golpes con copas y botellas, y en un estado totalmente alcoholizados (y mis hijas y yo sin poder escapar del lugar ya que por un error de prevención quedamos lejos de la puerta de escape), me decidí por comenzar a interactuar con estos jóvenes Rusos que luego de la brutal paliza propinada a los alemanes, se disponían a seguir con el resto de los turistas que se encontraban en lugar.

De más está decir que mi Ruso no es muy bueno, con lo que sólo podía hacerme entender por gestos y sonidos. El secreto para que me perdonaran la golpiza fue convencerlos mediante gestos que yo no quería problemas, que no representaba una amenaza para ellos, que no era rival para su entretenimiento y que sólo deseaba concluir el trago con mis hijas para irme a descansar y disfrutar luego de la playa y del lugar.

Si bien siempre lo supe, ese día tuve una prueba real de la importancia de los gestos en la interacción. Por eso recomiendo siempre entrenar estos gestos con el compañero de entrenamiento, por ejemplo: en vez de llevarnos la mano a la cintura bruscamente, lo que podría parecer que sacaremos un arma, avisar al agresor que queremos darle algo que está en nuestro bolsillo y que podría tomarlo él o avisarle que lo sacaremos nosotros y de dónde lo haremos, para que este no se asuste y nos lastime. Este ejemplo es uno de los tantos que podemos entrenar y hay tantas posibilidades de simulacro como ideas se nos ocurran.

Existen ciertas recomendaciones sobre el lenguaje corporal que pueden ser de gran utilidad en el proceso de interacción con otras personas, ya sea en una situación de violencia, como en nuestra forma de relacionarnos en el cotidiano:

  1. En el primer contacto es conveniente tener una actitud corporal de apertura. Dado que esta es la primera señal, es importante estar consciente de cómo se encuentra el cuerpo. Una forma de apertura inmediata es apuntar el pecho hacia el de la persona a quien se está conociendo o se tiene interés en abordar (llamada actitud de corazón a corazón).
    En segundo lugar viene el contacto visual. Es importante ser el primero en ofrecerlo con una mirada directa a los ojos (contacto real), el primero en sonreír. Así se gana la atención de la persona.
    El saludo verbal es el siguiente paso; debe ser según la formalidad en que se encuentre (hola, buenas tardes) y también dependerá de los modismos locales.
    Para finalizar el primer acercamiento es necesario presentarse; a continuación viene la sincronización con el lenguaje corporal del interlocutor, que es el último paso para propiciar una conexión inmediata.
  2. Evite parpadear constantemente, puesto que denota vacilación e inseguridad.
  3. En todo momento trate de que su mirada sea directa y establezca contacto visual con sus interlocutores; eso revela sinceridad y decisión.
  4. No se muerda los labios ni se los humedezca con la lengua pues son señales de timidez, inseguridad, titubeo e indecisión.
  5. Mantenga la boca siempre cerrada y ambos labios unidos mientras escucha a su interlocutor. Esto muestra calma y seguridad en sí mismo. La boca abierta y la mandíbula caída sugieren nerviosismo, prisa, asombro y sorpresa.
  6. Mantenga siempre una posición apropiada y evite los movimientos constantes y abruptos; éstos denotan intranquilidad, nerviosismo, temor y falta de control.
  7. Manténgase atento pero impasible mientras otros le hablan. Evite hacer movimientos con su cuerpo ante una frase que le provoque sorpresa o con la que no esté de acuerdo. Haga saber su límite en el momento oportuno, no antes.
  8. Controle el movimiento de sus manos y manténgalas visibles.

Diversos gestos y su posible interpretación en nuestro día a día:

Mujeres
Jugar con el pelo (Coqueteo)
Jugar con un collar o cadena (Coqueteo)
Jugar con el arete o tocarse el lóbulo (Coqueteo)
Balancear la cadera y tórax (Coqueteo)
Poner la mano en la cadera (Coqueteo)
Cruzar las piernas (Defensa)
Colocar el tobillo en la rodilla contraria (Independencia)

Hombres
Acomodarse la corbata (Coqueteo)
Subirse los calcetines (Coqueteo)
Tocarse el lóbulo (Coqueteo)
Acomodarse el cinturón (Desplante de virilidad)

Ambos
Jugar con el botón (camisa o blusa) (Coqueteo)
Sostener la mirada (Interés o curiosidad insistente)
Mostrar las palmas de manos (Solicitud de confianza)
Taparse la boca al hablar (Inseguridad en lo que se está diciendo o se está mintiendo)
Manos en la cintura (Reto o desafío)
Ojos hacia arriba y a la derecha (Imaginación)
Ojos hacia abajo y a la izquierda (Hurgar recuerdos)
Evasión de la mirada al hablar (No querer mostrar sentimientos o estar mintiendo)
Apretón fuerte de manos (Querer mostrar dominio)
Apretón débil de manos (Inseguridad o miedo)
Rigidez en el cuerpo (Rigidez en la personalidad o dificultad para mostrar emociones)
Hombros echados hacia adelante (Peso emocional)
Ladear la cabeza al escuchar (Atención)
Brazos en barrera (Calma o reserva)
Delante del cuerpo (Calma o reserva)
En la espalda (Miedo o inseguridad)
Balanceo frente a un grupo (Ansiedad o inseguridad)
Cejas alzadas (Arrogancia o incredulidad)
Gestos amplios con los brazos (Seguridad en sí mismo o generosidad)
Desplazamiento de la cabeza hacia adelante (Agresión)

Es todo por ahora. Un gran saludo y espero que puedan entrenar todos estos gestos y muchos más, y que les sirvan en todos los ámbitos de su vida. Hasta la próxima.

Instructor Cert. Pablo Gobbi
Extraído del libro “Actualización en Defensa Personal 2010” por la Organización SPAD ®

¿¡Si te pide la billetera, lánzala lejos y corre!?

Varias veces he leído y escuchado este consejo de seguridad ante situaciones de asalto (en principio, estimo que en la vía pública). Justamente el mes pasado recibí un e-mail con un powerpoint que sugería nuevamente que ante un asalto, si te pide la billetera, debes lanzarla lejos y correr.

Analicemos un poco esto.

Sin analizar la falla en prevención, frente a un criminal que desea asaltarte, es casi imposible terminar la situación sin pérdidas materiales, salvo que te defiendas físicamente. El delincuente (sobre todo armado) está decidido a llevarse algo, la situación es rápida, mucho nerviosismo, hay un arma de por medio. Tiene un objetivo en mente y salvo que corras o lo ataques, es casi imposible que puedas disuadirlo.

Y no tenemos que olvidar que el criminal tiene miedo, está nervioso y posiblemente haya consumido alguna droga para “animarse” a asaltarte, amén de que puede estar buscando droga desesperadamente por estar en abstinencia, lo que le genera un nerviosismo y desesperación adicional así como inestabilidad emocional.

Si tu claro objetivo y tu prioridad es volver con vida a tu hogar, entonces no tendrás problema en entregarle la billetera. Tu billetera no dará la vida por vos, entonces no la des por ella. Pero ante un criminal que se cree SuperMan y que tiene una gran confusión mental, miedo, nerviosismo y hasta a veces odio, ¿qué crees que hará si le lanzas la billetera? Muy probablemente te dispare o apuñale.

Entiendo que el consejo apunta a ganar tiempo para escapar, pero creo que con la decisión tomada de entregarle lo que pide al delincuente, es una estupidez provocar una reacción más violencia de su parte.

Mi sugerencia es más bien tratar de reducir pérdidas con un buen procedimiento de negociación (algo que muchos alumnos e instructores han podido lograr exitosamente), siempre que el estado psicológico y emocional del delincuente lo permita, y sino, entregarle lo que pide (en lo posible, sin dar más explicaciones, entregarle el dinero de la billetera y no la billetera) mientras comenzamos a alejarnos de la situación diciendo cosas como: “toma la billetera, no quiero problemas, yo me voy de aquí, no quiero que venga la policía o nos vea alguien y correr más peligro, terminémosla rápido”.

Si se trata de un asalto verdadero, el delincuente logró lo que quería y le facilitaste la huida, que es una gran preocupación al momento de victimizar a alguien. Piensa que en el momento de terminar el hecho delictivo, siempre se le cruzará por la cabeza matar a la víctima y no dejar testigos, o que la víctima puede perseguirlo, atacarlo por la espalda, etc. Si al momento de intentar irse de la situación luego que le entregaste lo que pedía, el delincuente sigue insistiendo o te quiere llevar a otro lado, muy posiblemente tenga otras intenciones en mente (sobre todo si la víctima es mujer).

Pero en vez de lanzarle lo que pide y correr, que es una acción brusca que posiblemente genere otra acción brusca, y además no sabrá si la víctima se largó a correr para buscar ayuda o ir a buscar un arma, la idea es proponer terminar la situación pero sin generar una respuesta agresiva. A lo sumo, el delincuente te dirá que no te muevas, que te quedes allí, pero eso no predispone un ataque directo y te permite seguir “negociando” y evaluando el entorno.

La clave está en moverse del lugar, irse, comenzar a caminar, proponer el fin de la situación, mientras demuestras con lenguaje verbal y no verbal, que no quieres problemas ni mayores riesgos para ninguno de los presentes. En otras palabras, facilitarle las cosas, ayudarlo a irse de allí sin riesgos (ya sé que estamos dejando a un delincuente suelto, pero esa no es tu función y preocupación en ese momento), y no quedarse frente a él sumiso esperando a que te siga pidiendo cosas. Haciéndolo con un lenguaje verbal y no verbal no violento, no generará una reacción violenta y extrema de su parte.

Por supuesto, que la opción de atacarlo o escapar sin más, siempre está disponible, pero es cuestión de evaluar riesgos sobre beneficios, para determinar si esa es la mejor acción en ese momento, frente a ese delincuente y en esa circunstancia. De todas maneras, nunca descartes que lo que empezó como un asalto, rápidamente puede requerir una acción defensiva extrema de tu parte. Por eso mismo, nunca dejes de evaluar tu entorno y las posibilidades o limitaciones que te presenta en esa situación.

Mantente preparado.

Lic. Marcos Castro

Cómo tratar con quién has tenido problemas en reiteradas ocasiones

Estas cansado de hablarle, calmarlo y disuadirlo, pero no puedes evitar verlo con frecuencia, y cada vez que lo haces vuelve a molestarte y buscar problemas. Hasta ahora no has sufrido ningún ataque físico pero temes que en la próxima ocasión no puedas evitarlo.

En el SPAD ® siempre decimos que ante un individuo violento existen dos estrategias alternativas de comportamiento: 1) responderle con mayor agresividad (amenazas, levantar el tono de voz, desafíos), tratando de que tu agresividad sobrepase la suya y logre disuadirlo, o 2) responder con diplomacia (negociando, dialogando, tratando de no intensificar la situación, sin agresividad), con el objetivo que el agresor entre en tu juego al ver tus serias intenciones de resolver la situación sin llegar a la violencia física.

En la mayoría de los casos (sino todos) recomendamos la segunda opción porque tanto desde el punto de vista táctico como legal, permite más posibilidades. La primera alternativa estratégica es muy peligrosa y puede fácilmente empeorar las cosas y llevar a la confrontación física. ¿Qué harás si tu agresividad aumenta la suya (lo cuál es muy probable)? En cambio la alternativa diplomática permite dos opciones de una manera más segura: 1) disuadirlo de buena manera, dejando intacto su ego; y 2) atacarlo desde una posición más ventajosa en caso que la negociación no rinda frutos, dado que tendrás a tu favor el factor sorpresa, el cual puede ser decisivo en el desenlace de una situación.

Pero ahora te encuentras frente a un individuo que ya has disuadido en reiteradas ocasiones adoptando una estrategia diplomática y dejando intacto su ego (a costa del tuyo, lo cual es difícil de llevar a cabo). Dependiendo de la situación, te has disculpado varias veces (aunque no necesariamente eras el culpable), le has propuesto resolverlo de otra manera, le has compensado con alguna otra cosa, etc. Todo esto con el objetivo de evitar cualquier confrontación física violenta. Pero tu paciencia se agota y afloran las ganas de golpearlo. Parece que la estrategia diplomática no va a tener éxito a largo plazo y sólo te servirá para seguir esquivando el problema. ¿Hasta cuándo?

En esta instancia, muchos instructores de defensa personal aconsejan que ya es hora de cambiar a la estrategia agresiva. Pero en el SPAD ® no somos muy adeptos a esta última, excepto que tengas un alto grado de seguridad que estás frente a una persona decente que no va a sacar un arma y utilizarla en tu contra si lo amenazas o lo agredís verbalmente, y que estés muy confiado de tus habilidades para defenderte físicamente si es necesario.

Tampoco consideramos que la respuesta sea golpearlo. Este debería ser el último recurso (excepto que sea para protegerte si verdaderamente él intenta lastimarte) porque puede o bien dar buenos resultados, o generar una guerra. Y por definición, en una guerra alguien tiene que perder.

Lo primero debería ser EVITAR cruzarte con él, sabiendo que cada vez que lo haces se torna en un problema, y siempre y cuando el costo de hacerlo no sea tan alto. Si esto no es posible, sugiero confrontarlo verbalmente. ¿Qué significa esto? Encararlo pero sin ser agresivo. A continuación te presento un diálogo de ejemplo para que quede más claro:

AGRESOR:
(Mientras se acerca de una manera amenazante) ¿Otra vez acá, idiota? ¿Estás buscando que te golpee?

VICTIMA:
Mira, no vamos a comenzar de nuevo con esto. Yo no tengo absolutamente ningún problema contigo y no quiero pelear porque no me gusta hacerlo. ¿Me puedes explicar cuál es el problema conmigo? ¿Qué quieres que haga? ¿Que buscas lograr con tu actitud?

AGRESOR:
Hey! ¿Qué te ocurre hoy? ¿Ahora de pronto te volviste macho? ¿Tienes ganas de pelear?

VICTIMA:
No se trata de ser macho o no, y te reitero que no quiero pelear. Quiero terminar con esto. Te repito: ¿Me puedes explicar cuál es el problema conmigo? ¿Qué quieres que haga? ¿Que buscas lograr con tu actitud?

Con seguridad, la actitud y las respuestas a estas preguntas te darán muchas pistas sobre cómo resolver el problema de una vez por todas.

La confrontación verbal se debe hacer con todo firme y seguro, pero SIN agredir, amenazar, desafiar, ni levantar el tono de voz. Consiste en demostrarle que tienes carácter fuerte y no vas a seguir siendo el blanco de sus agresiones. Probablemente hasta el momento persistió en sus intentos porque le pareces una persona demasiado sumisa. Y probablemente le divierta hacerlo y quiera demostrarle al mundo lo macho que es.

Pero mientras lo hagas debes mantener una distancia de al menos un metro y medio (5 pies) de él, con tus manos disimuladamente cerca de tu rostro y el cuerpo levemente perfilado respecto al suyo. No permitas que se acerque.

Esto se recomienda para evitar cualquier ataque sorpresivo dado que no sabes cómo reaccionará. Si en cualquier caso se acerca demasiado (por más que retrocedas) o sospechas que te golpeará en cuestión de segundos, atácalo tu primero. Estas tratando de resolver las cosas hablando, dándole todas las posibilidades de hacerlo como seres humanos, y evitando provocarlo. Pero JAMÁS vas a permitir que te lastime en serio. Si intenta hacerlo, significa el fin de cualquier negociación y DEBES protegerte físicamente.

La confrontación verbal, como cualquier otra alternativa de comportamiento, puede funcionar o no, pero es una opción válida en estos casos y no debería generar mayores problemas si no da resultados. Puede lograr que deje de molestarte, o bien él puede burlarse de tu cambio de actitud y hacer oídos sordos. En general a las personas no les gustan las confrontaciones verbales de esta naturaleza. No saben que responder ni les gusta el ambiente que generan. Si eres una persona verdaderamente sumisa, te puede ser difícil animarte a hacerlo. En estos casos necesitas dos cosas: 1) saber cómo hacerlo; y 2) estar muy seguro de tus habilidades para defenderte físicamente. Si demuestras duda, todo quedará invalidado.

Si esta alternativa tampoco da resultado y la próxima vez que lo cruzas persiste en sus intentos, el siguiente paso podría ser ir a hablar con alguna autoridad para que haga de mediador, incluso pidiéndole a él que te acompañe. Por ejemplo: con el director de la escuela, tu jefe de trabajo, un guardia de seguridad, etc.

Probablemente se niegue a ir contigo, o en el peor de los casos te amenace con golpearte si lo haces. Nuevamente te recuerdo que mientras sean amenazas no hay problema. Son sólo palabras, sólo promesas. Pero si en algún momento ves la intención de cumplirla, defiéndete físicamente sin dudarlo. De todas maneras, si se mantuvo hablando hasta el momento y no te ha golpeado aún, es porque la amenaza no es tan real. Todavía prefiere las palabras a las acciones físicas, lo cual es una buena señal. Tal vez esté buscando alguna excusa para poder golpearte, tal vez no quiera hacerlo realmente.

Si esto último tampoco da frutos, quizá recién ahora luego de tantas alternativas fallidas, sea el momento de hacerle entender con otro lenguaje que la cosa va en serio y que no vas a permitir que siga molestándote. La próxima vez que comience con sus ataques verbales, permite que se acerque, hazle alguna pregunta como de costumbre y cuando este respondiendo, sorpréndelo y golpéalo duro sin permitirle reaccionar. Tal vez con este lenguaje lo entienda, pero debe ser la ÚLTIMA opción. Tiene que ser demasiado idiota como pare llegar hasta este punto.

Es una situación difícil, pero afortunadamente no representa un gran riesgo real. Idiotas existen en todo el mundo y no queremos generar una guerra con alguno. Antes de hacérselo entender a los golpes, vamos a demostrarle de buena manera que no seremos el blanco de su diversión, que queremos resolver las cosas hablando e incluso que le ofrecemos una opción de que mantenga su ego e imagen lo más intacto posible. Pero algo es seguro: en ningún momento vamos a permitir que nos lastime físicamente.

Lic. Marcos Castro