Los puntos vitales
por el Lic. Marcos Castro
Al dictar cursos y seminarios, es frecuente recibir consultas acerca de la efectividad de los puntos vitales, y las razones por la cuáles no se incluyen (en su gran mayoría) dentro del programa de enseñanza del SPAD ®.

En verdad, entiendo que los puntos vitales (tocar a una persona en cierto lugar específico del cuerpo y generar un dolor muy agudo, una respuesta involuntaria, o un desmayo, entre otras cosas) funcionan en serio... pero para ciertas personas y en ciertas circunstancias; y justamente en esta última cuestión que nombro es donde radica el problema.

He visto con mis propios ojos cómo una persona se doblaba de dolor cuando un instructor presionaba con un sólo dedo ciertas zonas muy específicas de su cuerpo, pero también he visto como en la misma clase, para distintas personas con diferente contextura física y edad, la misma técnica no tenía un efecto considerable. Por suerte, he estado con Instructores expertos en puntos vitales, con la suficiente humildad y sinceridad como para explicarme que existen personas a las cuáles ciertos puntos no les afectan, dependiendo de su anatomía específica (un músculo levemente más largo, un nervio ubicado un poco más profundo, etc.).

Incluso, hoy día luego de varios años de investigaciones, sabemos que las personas bajo efecto de narcóticos o alcohol, tienen en gran parte inhibido el dolor, y por lo tanto, cualquier técnica que se base en el dolor tiene una alta probabilidad de fallar con este tipo de agresores (tan frecuentes en la actualidad).

Por otra parte, muchos de estos puntos son lo suficientemente específicos y detallados, que requieren literalmente buscarlos durante algunos segundos (con la cooperación del compañero de entrenamiento) hasta encontrarlos, o de otra manera, requieren verdaderamente una gran maestría que sólo se logra con muchos años de entrenamiento.

Significan una habilidad motora compleja, y para los que vienen siguiendo nuestras investigaciones sobre la realidad de la violencia, sabrán que durante una situación de alto estrés (como es una situación real de violencia), es verdaderamente muy dificultoso, sino imposible, ejecutar tareas complejas. Casi por instinto tratamos de utilizar habilidades motoras sencillas (y seguras).

Entonces, yo intento en todo momento seguir una premisa en mi entrenamiento de defensa personal: "cuándo mi vida está en juego, más vale ir a lo seguro". No quiero basar mi seguridad en algo que "a veces funciona y a veces no". ¿Vale la pena invertir años en perfeccionar algo que no siempre funcionará y que en muchas ocasiones, requiere la cooperación de la otra persona (que se quede quieta) para que funcione?

Si tienes las ganas y el tiempo para dedicarte a investigar algo tan complejo como los puntos vitales, entonces adelante. Tal vez algún día te sean de utilidad. Pero para todo aquel que quiera aprender a protegerse de la violencia real de una forma rápida y segura, les sugiero dejar el estudio específico de puntos vitales para otro momento.

Tal es la razón por la cuál sólo en ciertas ocasiones utilizo algunos puntos (digamos, menos de cinco) que suelen estar más al alcance, pero que igualmente de ninguna manera generan la muerte ni siquiera un desmayo.

Nunca olviden una cruda realidad cuando entrenen: frente a alguien que coopera (te indica qué ataque va a hacer, se deja manipular el cuerpo, se queda quieto, no contragolpea con fiereza cuando comienzas tu acción, etc.) hasta la técnica más fantasiosa parecerá efectiva.


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